jueves, 9 de julio de 2009

Machu Picchu: Dos años como Maravilla Mundial

Fue considerado como el "Carlomagno de América", Pachacútec, logró vencer a sus eternos rivales, los Chancas y así poder expandir más los confines del Imperio Incaico. Este inca, nunca se imaginaría que varios siglos después, una de sus construcciones: las famosas "ruinas de Machu Picchu", serían elegidas como una de las 7 Maravillas del Mundo.

Era el siglo II a.C. y en Grecia aparece el vate Antípatro de Sidón con su poemario de las Maravillas del Mundo Antiguo: una relación de monumentos y construcciones del mundo clásico que se consideraban dignos de ser visitados por la belleza y perplejidad que transmitían a quienes "osaban" observarlas. Se limitó a 7, número mágico entre los helenos.

A partir de esta selección, se organiza el concurso "Las Nuevas 7 Maravillas de Mundo" en el 2007, encabezada por el cineasta Bernard Weber, personaje que recibió muchas críticas por la campaña: desde quejas por fomentar la competitividad y la discriminación hasta de acusarlo de tener una finalidad lucrativa.

Sería el 07/07/07, la fecha escogida para anunciar a las siete nuevas maravillas, que tras varios meses de intensa "lucha", se habían hecho acrededores de la mayoría de votos y así ser admiradas nuevamente por el mundo entero. El escenario fue el coloso de Lisboa (Portugal).



Para ese día, todo el Perú estuvo paralizado, el gobierno había realizado una "agresiva" estrategia para que nuestra maravilla nacional Machu Picchu obtenga dicho reconocimiento mundial. Cientos de compatriotas esperaban ansiosos los resultados desde todos los puntos del país. Noche en Portugal, de día en Perú.

Con el pasar de los minutos, cada monumento hacía enorgullecer a cada nación. Recordabamos y reflexionamos cómo el hombre pudo edificar esas construcciones megálíticas de tiempos remotos donde supuestamente éste no tenía cómo realizarlas. Mientras todos "filosofábamos", Machu Picchu (Cusco), patrimonio de la UNESCO desde 1983 estaba siendo elegida, una fuerte algarabía se sentía, desde el peruano de Afgasnistán hasta nuestro vecino. Todos celebrabamos, pero también era una nueva responsabilidad que recaía en nuestras manos, la de preservar ahora un patrimonio mundial.

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