miércoles, 11 de marzo de 2009

¿Cuál es el billete más grande de la historia?

Por: David Hidalgo Vega



No sé si alguno tomó nota, pero días atrás llegó la noticia de que el gobierno de Zimbabue acaba de imprimir billetes de cien billones de dólares (obviamente zimbabuenses) para aliviar los efectos de una inflación que llega a los 231 millones por ciento. La noticia me hizo recordar aquellas doradas épocas en que Alan García, cumpliendo los designios que la historia le ha conferido, nos convirtió a todos los peruanos en millonarios.

Es delicioso evocar con nostalgia que alguna vez tuve, como muchos, cinco millones en el bolsillo. Cinco millones de intis. Lo triste es recordar lo poco que uno podía comprar con semejante cantidad. Y lo insólito, lo verdaderamente extraordinario, es que la historia registra salvajadas económicas aún peores.

Valga una pincelada histórica de entrada. Para variar, todo recuento nos remite a China. La cuna del papel, lo fue también de los billetes. “El empleo de papel moneda se menciona en China en época tan temprana como la de la dinastía Tang, y hasta han sobrevivido algunas ilustraciones que lo demuestran”, refiere el antropólogo cultural Jack Weatherford en el estupendo libro “La historia del dinero” (Editorial Andrés Bello, 1998). Los chinos no fueron aparatosos en esto de inventar artefactos financieros. Según Weatherford, cuando Marco Polo llegó por esos parajes encontró que la gente pagaba con una especie de servilletas que medían 22 centímetros de alto por 32 de largo. En realidad se trataba de billetes que representaban el valor de hasta mil monedas de oro. Así se ahorraban el trabajo de cargar encima los tres kilos y medio que pesaba ese monto en metálico.

Los primeros billetes bancarios de Europa fueron emitidos en el siglo XVII por el Banco de Estocolmo. “En 1644 el gobierno acuñó las mayores monedas jamás emitidas: láminas de cobre de diez dalers, cada una de las cuales pesaba exactamente 43 libras y 7 1/4 onzas (alrededor de 20 kilos). Para no tener que acarrear tan pesadas monedas, los mercaderes aceptaban gustosos los billetes de cien dalers. Uno de esos billetes podía sustituir a 225 kilos de láminas de cobre”, refiere el estudioso norteamericano.

El billete vino a solucionar enormes problemas logísticos. “Con el advenimiento de la era del papel moneda los gobiernos se sorprendieron en un universo económico enteramente nuevo. Si tenían acceso al papel, la tinta y las máquinas impresoras, podían imprimir tanto dinero como se les diera la gana. Cosa que desde luego hicieron”, dice Weatherford. Allí se acabó la gracia. La Latinoamérica hiperinflacionaria de los años ochenta lo tiene grabado en la memoria genética. “En el apogeo de la inflación boliviana, los empleadores pagaban a los trabajadores con montoncitos de billetes , agrupados en los conocidos fajos y ladrillos. El día de pago, un profesor universitario de Sucre, por citar un ejemplo, se aprestaba a recibir una pila de billetes de medio metro de alto; una secretaria, en cambio, podía recibir una pila equivalente a la mitad de la anterior”. Una escena similar a otra que recuerdo haber visto en fotos de Afganistán.


Billete de cien mil dólares con la imagen de Woodrow Wilson. Fue impreso en los años 30 para uso del gobierno estadounidense.


El método para disfrazar semejantes atrocidades económicas ha sido imprimir billetes de denominaciones cada vez mayores. A Alan García se le dio por cambiarle el nombre a la moneda nacional, para quitarle ceros. A Robert Mugabe, el zimbabuense, simplemente se le da por lanzar billetes de 10, 50 y hasta 100 billones (cien mil millones) de dólares zimbabuenses. Puede parecer que el dictador africano rompe las barreras de lo nefasto, pero resulta que las mayores joyas de la economía desinflada están en Europa. En el blog Riqueza numismática, especializado en el tema, descubro con sorpresa que el récord lo tiene Hungría, con su billete de 100 millones de billones de pengos, emitido en 1945. El monto era tan escandaloso que en el papel se colocó la abreviación “B.-Pengo”. Es no es todo. La perla de la maquinita húngara es el billete de 1.000 millones de billones de pengos, que según el citado blog nunca llegó a circular.



Billete de mil millones de pengos, de Hungría. Nunca llegó a circular. (Fuente: Riqueza Numismática).


Riqueza numismática también señala el caso de la ex Yugoslavia, que en 1993 introdujo en su sistema el billete de 500 mil millones de dinares. Para transacciones menores, los yugoslavos podían apelar al billete de sencillo de 10 mil millones de dinares, que, por si hiciera falta aclarar, no valía un mango.

Ahora que, según otra clarividencia presidencial, somos campeones mundiales de la economía (¿?), vale recordar que entre mis libros tengo un billete de mil soles, nuevecito, intacto porque nunca me sirvió para comprar ni una gaseosa gracias a la hiperinflación ochentera. Qué tiempos aquellos.

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